Nadie en mi época de estudiante parece haberse dado cuenta de que había alguna necesidad de enseñar creatividad.
La creatividad se puede enseñar. O quizás debería decir: puedes enseñar a la gente a crear circunstancias en las que se volverán creativos.
Pero existe una advertencia, como en la meditación, cuando estamos intentando practicarla, hay una falta de claridad en el proceso y pensamos que estamos haciendo algo mal.
Ser creativos no implica ser originales, sino usar nuestros talentos para crear algo. Esto es una de las fuentes de satisfacción existencial más grandes que hay.
Quien crea algo, emplea su insatisfacción para crecer, para desarrollar habilidades y, en el proceso, se abstrae del mundo. El tiempo vuela y no se siente el aburrimiento. No hay tiempo, ni ganas, de ir a comprar.
Se nos ha hecho creer que la creatividad es una actividad profesional para “creativos”o para genios, algo parecido al lujo. Todo lo contrario.
En los 90 ́ parecía un superpoder de aquellos que trabajaban en publicidad o en televisión. Eran como las supermodelos, algo que las dietas prometían y que jamás podrías alcanzar porque no naciste altas y las bajas no servían para los comerciales.
Pero las investigaciones sugieren que es posible preparar la mente para que surjan ideas creativas.
El poder de la creatividad es una característica que todos compartimos. Se trata de una supervivencia. Pensar de manera no convencional.
Es un impulso, está en los seres humanos y en los animales. Pero, ¿Por qué entonces algunas personas producen un flujo constante de nuevas ideas y otras no?
Parte de la respuesta tiene que ver con la capacidad natural. Así como algunos juegan bien al fútbol, al ajedrez o tienen facilidad para aprender idiomas, otros son buenos creando ideas novedosas, pensando de forma diferente, encontrando nuevos patrones y soluciones.
La confianza y la autoestima también juegan un papel importante en el proceso.
La creatividad no es algo que se pueda enseñar como las matemáticas, pero sí se puede animarla a crecer, crear circunstancias. Si tu mente es un terreno fértil de buenas ideas, encontrarás que florecen otras y otras. No necesitas ser un genio, ni siquiera ser tan inteligente, pero sí deber querer abrirte en la búsqueda de tu espíritu creativo que se encuentra dentro de tu mente inconsciente. Cuando comiences a experimentar nuevas ideas, entrarás en un proceso, en una especie de flujo, viaje al centro de las estrellas.
Y automáticamente cambiará la forma en que percibes, imaginas, piensas, y hasta hueles el mundo. Llegarán nuevas y más ideas. Pronto verás que éstas ideas son valoradas también por otros, y te sentirás motivado a continuar con este desarrollo de tus poderes creativos.
Lo que salga de nosotros no necesita ser una obra maestra, lo importante es cosechar la satisfacción de crear una vida buena en vez de ir por la vida comprando satisfacciones pasajeras.
Avispar tu creatividad es forzar el cerebro. La mayoría de nosotros observamos y vivimos el mundo en un estado puramente analítico en el que tendemos a centrar la atención en una solución e ignoramos otras opciones. En cambio una mente desenfocada tiene más probabilidades de realizar conexiones poco usuales, de las que podrían surgir una novedosa solución, una nueva idea.
Y cuando hablo de idea nueva, o crear, me refiero a cualquier área de la vida porque la creatividad no está limitada al arte. Claro que juega un papel en el arte, pero también en la ciencia, la resolución de conflictos, la cocina, el deporte,la música, un arreglo odontológico que no se le encuentra “la vuelta”, en conseguir aquello que queremos, lograr una cita, millones de actividades diarias.
Necesitamos ser seres creativos para inventar una nueva forma de vender un emprendimiento, criar hijos, resolver un problema científico, crear una obra artística, escribir una serie para netflix, diseñar un pack gráfico, el snack para mi hijo con lo que tengo en la heladera, resolver un problema legal, comercial.
No importa cual sea tu campo de acción, si es que ya tienes uno o estás en la búsqueda de quien sos. Tampoco hay que tener un campo de acción. Pero sí hay que tener una huerta creativa.
Encontrarás que entrenar tu poder creativo mejora tus habilidades y aumenta en gran medida tus posibilidades de éxito. Cualquiera sea tu mirada sobre el éxito.
Pero sobre todas las cosas invitate un café con vos mismo.
La huerta se hace con el trabajo diario. Preparar el terreno, ablandar la tierra, plantar, regar, esperar, sacarla maleza, cosechar. Volver a plantar. La huerta si está lejos no se riega, se pierde. Conviene hacerla cerca de la casa. Así que cuando pasamos cerca, sacamos un yuyo, la regamos, estamos atentos, le prestamos atención. La miramos, cuidamos ese espacio para que crezca. Con la creatividad pasa lo mismo.
A veces, pensar en tener que disponer de dos horas para limpiar la huerta de los yuyos suena cansador, pero si está cerca, se hace de a poco. Un poco todo los días. Así funciona, como en el gym. Prestarle atención a tu creatividad.
Cuando no tenemos ganas de leer, abrimos para conectar con algo corto, como un juego o una pregunta, una frase que pueda despertarnos ganas de otras cosas.
Aprovecha la médula que todos los demás ignoran.
Pronto descubrirás que pensamos y observamos de acuerdo a qué clase de observador del mundo nos hemos convertido.
Las cosas no cambian. Cambiamos nosotros.
Para que la realidad cambie, hay que cambiar el ser y luego el hacer.
“La imaginación es el poder viviente y el agente principal de toda percepción humana”
Samuel Taylor Coleridge